El Jardín de las Hespérides.

Tito Maciá 

 

Los antiguos mitos griegos siempre contienen una información concreta referente a la naturaleza o al ser humano, desde siempre los mitos han servido como soporte para trasmitir un conocimiento o una información. Cada mito, cada historia antigua contiene una información precisa sobre algún fenómeno natural o sobre la conducta humana.

 

El mito del Jardín de las Hespérides es uno de esos cuentos que nos hablan de fenómenos naturales, en este caso relacionado con la Astrología.  ¿A qué se refieren con el Jardín de las Hespérides?  ¿Un lugar físico, real, geográfico? ¿un lugar inexistente,  imaginario o invisible? o ¿Un lugar celeste, real y visible?   Las tres cosas a la vez.

 

El Jardín de las Hespérides es el cielo, las manzanas de oro, las estrellas, el Dragón guardián es la eclíptica representada por la constelación del Dragón y las Hespérides son cada uno de los planetas visibles.

 

Para comprender esta asociación conviene recordar el viejo mito. En la antigua cosmogonía griega se cuenta que al principio reinaba la Oscuridad y de la Oscuridad nació el Caos. De la unión de la Oscuridad y el Caos nacieron el Día, la Noche, el Erebo y el Aire. De la noche y el Erebo nacieron las Hespérides.

 

Las Hespérides son hijas de la noche y al igual las estrellas, sólo se pueden ver durante la oscuridad de la noche o como los luceros, que sólo se pueden observar al anochecer o al amanecer, siempre cercanos a la noche.  Se las situaban al otro lado del océano, en el confín occidental del mundo.  Vivían en un jardín maravilloso donde estaba el manzano de las manzanas de oro, a cuyo cuidado y custodia las había dejado la Diosa Madre, pero también eran las encargadas de guardar los rebaños celestes y  los frutos exquisitos del manzano de oro.

 

Las Hespérides celestes hijas de la Noche son tres, cuatro, cinco o siete, pues existen varias versiones. Las más conocidas o muy visibles son cuatro. Egle, la Brillante o la Blanca, en la ruta del estaño, Erietis o Aretousa, la Rojiza,  Hésperaretousa o la Aretousa de poniente,  Hestia, la Negra y Hesperis. Diodoro cuenta hasta siete; Hesperis, Egle, Aretusa, Hipertusa, Hestia-Vesta, Eritetiso y Eritia.

 

En mi opinión las Hespérides celestes hacen una clara referencia a los luceros o los planetas visibles.  La más evidente de todas es la llamada Arietis o Areutousa, la Rojiza, pues identifica de manera muy clara al planeta Marte con su brillo rojizo y  su analogía con Ares, que no es otro que Marte, de donde viene lo de Arietis o Aretousa.

 

Otra Hespéride que tiene una clara relación con Saturno es Hestia o la Negra. Según Hesiodos Hestia fué la primera hija de Saturno, la primogénita entre los siete hijos de Saturno, hermana pues de Deméter, Hades, Zeus y Poseidon. Por otro lado el apelativo de la Negra también la relaciona con Saturno que es análogo al color negro.

 

Egle, la blanca, la del camino del estaño, se relaciona con el planeta Júpiter a quién está asociado este dúctil metal. Así cada una de la Hespérides se corresponde con los luceros o los planetas que son visibles a simple vista, especialmente al atardecer.  Hesperis  es la hija de Hespero que es lo mismo que vespero, o vespertino, el lucero del atardecer, el lucero del alba y se refiere al planeta Venus.

 

Héspero es el genio de lucero vespertino, hermano de Atlas. Cuenta la leyenda que se subió a los hombros de su hermano para escrutar el horizonte, rodó hacia el mar con un pedazo de su hermano. Este mito tiene relación con un seismo.  Pero también tiene relación directa con Venus, el Lucero del Alba.  Hesperia es también el nombre que le daban a España.  Hesperia era el país  de poniente (vesper) Hesperia, Hispalis, Hispania, España.

 

La primera representación que he visto en mi vida del Jardín de las Hespérides y los cuatro luceros está en la Plaza de los Luceros de la pequeña ciudad mediterránea de Alicante donde nací. En el centro de esta plaza hay una fuente conocida como fuente de los caballos, se trata un monumento artístico de estilo expresionista simbólico autóctono, que se inspira precisamente en el mito del Jardín de las Hespérides, es una recreación de un lugar mágico para el centro de esta ciudad. Este lugar es el que ha permitido hilar la relación entre los planetas y las Hespérides.

 

El mítico Jardín de las Hespérides se encontraba en límite oeste del mundo conocido, como la fuente citada, que se situó en el extremo oeste de la ciudad. En ese Jardín fructificaban los frutos más deliciosos y  las manzanas de Oro, que son el fruto más preciado del árbol del Jardín de la Hespérides.

 

El árbol del Jardín y sus frutos tienen la misma idea en el árbol sagrado de muchas otras mitologías.  Este es el mismo árbol filosófico, el árbol de los sephiroth donde las manzanas son cada una de las esferas o sephiroth y representan el plan de creación de todas las cosas, son los diez atributos o poderes divinos y se correlaciona los siete sephiroth inferiores con los planetas, desde Saturno hasta la Luna.

 

La manzana es un símbolo que tiene varias lecturas; por un lado representa los deseos terrenales y su desencadenamiento.  La  prohibición de comer la manzana, venía de la voz suprema que se opone a  la exaltación  de  los deseos materiales. Pero también significa poseer el conocimiento de manera consciente y creadora.

 

La manzana del árbol de la ciencia del bien y del mal que comieron Adan y Eva nos hablan del conocimiento de la unidad que confiere la inmortalidad.  Gen 3/3  “.....pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios; No comáis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.   Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.  Entonces fueron abiertos los ojos de ambos.......”

 

En el mito hebreo, la manzana es símbolo de adquirir el conocimiento y asumir lo que ello significa. En este mito, la serpiente despierta la sed de conocimiento y es análoga al dragón guardián del jardín de las Hespérides que interviene tentado a la mujer a tomar la manzana y adquirir el conocimiento.

 

Salomón dice: “Manzana de oro con figuras de plata. Es la palabra dicha como conviene”  (Pro 25/11) También hace referencia a la sabiduría.

 

La sed de conocimiento  es como  dijo Nietzche, una zona solo intermedia entre los deseos terrestres y la pura y verdadera espiritualidad  por ello la manzana tiene un simbolismo más profundo y  oculto,  donde el símbolo procede de lo que la manzana tiene en su interior. Si cortamos una manzana en sentido transversal podremos observar como aparece un diseño de una estrella de cinco puntas  que es símbolo de la sabiduría celeste.

 

La manzana simboliza el conocimiento, pero la manzana de oro, es el conocimiento divino, el saber que guarda el cielo,  la sabiduría creadora. El símbolo de la manzana se transforma en espejo de mano. La palabra espejo  viene  de "epeculum", de donde procede la  palabra "especular" que significa registrar, mirar con atención una cosa para reconocerla y examinarla, también es contemplar, considerar o reflexionar.  Antiguamente especular era hacer uso de un espejo de mano para observar el cielo y los  movimientos de los astros.

 

El sentido de especular, es meditar y reflexionar; enlazándonos de nuevo  con  la  simbología  del saber, de la  estrella  de  cinco puntas. La manzana de oro es el espejo mágico que otorga el conocimiento de las cosas pasadas y futuras.

 

En las revelaciones a San Juan Apoc 22/2 dice. “ En medio de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto.....”

 

Estas Manzanas de Oro, fueron el regalo de boda de la Diosa Gaia a Dios Padre y Diosa Madre y simboliza la sabiduría divina, el don de la creación. Las manzanas de oro son también las frutas de la inmortalidad.

 

Para cuidar del Jardín y sus preciados frutos, la Diosa Madre puso como jardineras a las Hespérides, que eran también las encargadas de guardar los rebaños celestes, los frutos exquisitos y el Manzano de Oro. 

 

En la fuente de la Plaza de los Luceros están representados los cuatro luceros que hacen referencia a los planetas más conocidos. En la parte central del monumento, destacan cuatro figuras femeninas que representan cada uno de los cuatro luceros o estrellas errantes.  Sobre las cabezas de cada una de las figuras se destaca una estrella de ocho puntas de color rojo que indican su relación con las estrellas errantes o los luceros.

 

En la imagen que da al sur se representa claramente al planeta Venus, el lucero del Alba,  Hespero, de vespero, el vespertino, el más luminoso de los cuatro luceros. 

 

La imagen de Venus está  representada  mitológicamente por  una  mujer, casi niña, de piel blanca como el alabastro,  de perfecta  hermosura,  que emerge del mar.  En el mito Mediterráneo relatado por Hesiodo se dice que: “Recostada sobre el suavísimo, luminoso e  irisado nácar  de  una espléndida concha marina, que le sirvió como  nave, lecho y cuna, y soplada por el dulce Céfiro ( el viento húmedo ), llegó   a  la  costa  donde  fue  recibida  por  las  Horas,  que maravilladas  y  absortas por tanta belleza, la hicieron  avanzar chorreando  aún de agua salada que no quería acabar de caer,  por no abandonar aquel cuerpo tan perfecto. Envuelta en el resplandor incomparable de su belleza y adornada mejor que con las  más ricas galas  con su virginal y noble desnudez, las Horas solo  pusieron un collar en su cuello y una corona de flores sobre su cabeza, la condujeron  al  palacio  de los dioses del Olimpo y  todos  ellos quedaron maravillados de su extraordinaria belleza y encanto. Con una  leve  sonrisa  en sus labios, todos  los inmortales  fueron conquistados.

 

Los luceros tienen una clara representación en las imágenes de las  Hespérides.

 

Si nos fijamos un poco, se observa la imagen de una mujer muy joven, casi niña, con los brazos en alto, como si estuviera recostada con los pies dentro de una concha marina que parece sostener toda la figura.

 

En las representaciones de Venus o del Lucero del Alba, siempre  están  dos palomas posadas a su lado, igual que está representadas en la imagen de Bañuls.

 

La paloma es el  ave sagrada de Venus, era el regalo de los amantes y símbolo de paz y amor. 

En todas sus representaciones aparece coronada de flores y vestida  como  el manto de la primavera florida que preside.

 

Alrededor de la imagen de Venus surgen como una cascada primaveral borbotones de rosas y conchas marinas. Bajo las dos palomas hay otras dos conchas marinas. Todo ello en ralción directa con el simbolismo de Venus.

 

  

El lucero de oriente.

 

Una de estas personificaciones femeninas es la llamada Arietis o Areutousa, la Rojiza, y se identifica de manera fácil con el planeta Marte con su brillo rojizo y  la analogía de su nombre  Ares, que no es otro que Marte, de donde viene lo de Arietis o Aretousa.

 

El modelo de esta imagen trata de representar al lucero rojo de la mañana.

 

Tiene el cuerpo y las piernas cubierta con una manto transparente repleto de estrellas que representan el cielo estrellado de la noche.

 

Acompañan a la imagen dos elementos laterales que rodea con los dos brazos. Estos elementos ornamentales que parecen grandes bastones floridos tienen gravadas dos estrellas de cinco puntas en la parte de abajo, simbolizando a dos cuerpos celestes, que probablemente hacen referencia a las dos lunas de Marte, Deimos y Fobos.

 

 

 

 

En la imagen siguiente, que da al oeste de la ciudad, está representada otra figura femenina que está como abrazando a la palmera, árbol mediterráneo relacionado con Zeus Piter, Júpiter el más espléndido de los luceros. La palmera da sus frutos en el otoño por eso esta imagen se sitúa al oeste representando también esta estación del año. 

 

La imagen femenina de este lucero es la de una mujer joven, bella, robusta con unas piernas bien formadas y un vientre un poco abultado en señal de la fertilidad que otorga el simbolismo de este planeta. El pecho ya no es de niña, la frente muy alta, los ojos rasgados, un poco exóticos, propios del significado de este planeta.

 

Las estrellas que aparecen en las piernas, el vientre y los costados de la figura así como las que están dentro de la copa de la palmera simbolizan el cielo nocturno cuando el lucero puede ser visto. Pues se trata de una representación femenina que simboliza al planeta Júpiter, que sólo puede ser visto en la noche estrellada.  

 

Desde el punto de vista mitológico, los hijos o las hijas de los dioses, son una representación del mismo dios, como ocurre desde el punto de vista religioso, donde Padre, Hijo y Espíritu son la misma persona y forman la trinidad de la iglesia de Roma.

 

Minerva es la hija de Júpiter y por ello una representación femenina del mismo símbolo.

 

Minerva es el nombre latino de Palas Atenea, era la divinidad que junto a Júpiter y Juno formaban la trinidad capitolina de Roma.

 

A la derecha de la imagen aparecen tres aves que simbolizan la trinidad y sobre el hombro derecho hay otra ave que parece una paloma real o un urogallo.

 

Las tenues y transparentes vestiduras que cubren su cuerpo están bordadas en estrellas, todo el vientre está estrellado, simbolizando la fecundación del cielo.

 

Minerva era la protectora del comercio y de la industria, la diosa de los artesanos, zapateros, carpinteros, pintores, tocadores de flauta y de trompeta y también protectora de los médicos y patrona de los alfareros y los arquitectos. Era la guardiana de las ciudades, por eso está encarada hacia la parte exterior de la ciudad.

 

El fruto de la palmera aparece en numerosos lugares, se pueden ver racimos de dátiles a la altura de la cabeza en el lado derecho, hay dátiles en el tocado y las piernas están decoradas con pequeñas palmeras y racimos de dátiles.

 

Júpiter se relaciona con el hígado y los dátiles, según el Discorides, es útil para las enfermedades del hígado.

La imagen que mira al norte representa igualmente a uno de los luceros, a una de las estrellas errantes o planetas que pueden ser vistos en el cielo estrellado.

 

Cada uno de los planetas tiene una representación mitológica con una imagen que los identifica.   Cada planeta tiene una simbolización en forma de figura humana masculina y también femenina.

 

Este es la representación del lucero del norte, del planeta errante que emite una luz más tenue de todos, del más alejado y frío que es sin duda Saturno.

 

Otra Hespéride que tiene una clara relación con Saturno es Hestia o la Negra. Según Hesiodos, Hestia fué la primera hija de Saturno, la primogénita entre los siete hijos de Saturno, hermana pues de Deméter, Hades, Zeus y Poseidon. Por otro lado el apelativo de la Negra también la relaciona con Saturno que es analólogo al color negro.

 

Hestia o Vesta es la diosa del fuego sagrado, la cuidadora del fuego que colocaban en el centro de las ciudades mediterráneas para que el pueblo pudiera proveerse del fuego necesario para el hogar.  Se conoce varias representaciones del modelo de Hestia en las que unas veces está sentada y otra de pies pero siempre en completa inmovilidad, tal como se la concebía, pues se la ubicaba en el centro inmovil de mundo.

 

En el palacio Justiniano de Roma existe una imagen que la representa de pié  vestida de manera sencilla con una túnica que le cae hasta los pies. Tienes la cabeza, el pecho y la espalda cubiertos por un velo parecido al de Isis -en el fondo son hermanas-  El brazo derecho hacia bajo y atrás, como señalando la tierra y el izquierdo a la altura de cabeza señalando el cielo.  Es una imagen de aspecto sereno, tranquilo, grave y dignamente religiosa.

 

 

 

 

 

Los pies de esta imagen están posados sobre el centro de unas llamas de fuego que ascienden por ambos lados de la figura, rodean un poco por debajo de la cintura y abrazan el cuerpo de la mujer.

 

Como la antigua divinidad casta, la imagen aparece vestida y cubierta hasta los pies, pelo largo trenzado, toda ella serena, tranquila, grave y digna como el modelo de Hestia de los griegos o la Vesta de los romanos.

El dragón guardián, protector del lugar mágico está doblemente representado en cada una de las caras de este mismo monumento, debajo de la representación femenina de cada una de la Hespérides que son el motivo de inspiración de las figuras femeninas de esta fuente de la Plaza de los Luceros de Alicante.

En los detalles de los laterales, sobre las piletas surgen los diseños de los dragones guardianes del lugar que tienen una estrella de cinco puntas cada uno de ellos y cuatro más sobre la cresta del cuello.

 

El dragón halado, que también se parece  una serpiente halada, es el guardián que la Diosa Madre puso en el Jardín de la Hespérides para proteger a las manzanas de oro

 

El relieve es muy similar a los diseños persas de los seres celestes. El Dragón del cielo representa los ciclos de tiempo que se pueden conocer a través del zodiaco celeste.  Este dragón o serpiente halada se encuentra también representado en el cielo en la constelación del Draco, por eso los dragones de la fuente tiene el lomo lleno de estrellas.

 

Las estrellas que forman esta constelación llegan a rozar ligeramente el horizonte, pero nunca se ponen, es como si el Dragón siempre se quedara vigilante sobre  cielo, es un guardián que mora en los lugares vedados a los hombres, cuidador de lo divino y de los tesoros escondidos.

La constelación del Dragón sitúa por encima de Hércules y se retuerce entre las constelaciones de las dos Osas. Esta serpiente cósmica representa al Ouroboros que busca su cola con su boca abierta para cerrar los ciclos celestes.  El Ouroboros, la serpiente halada que se muerde la cola es una representación del zodiaco, de la franja del cielo por donde transcurre el caminar de los luceros, de los planetas y de donde éstos no pueden salir.   El Dragón de las cien cabezas vigila que los cuerpos planetarios, las manzanas doradas de la sabiduría, se mantengan dentro de su curso, en el jardín celeste del anochecer.

 

En la parte baja del conjunto de esculturas que forman el monumento destacan los cuatro caballos que representan las cuatro fuerzas brutas de la naturaleza y las cuatro estaciones del año, simbolizan la conexión del mundo celeste y el terrestre por eso tienen marcadas las estrellas en sus sienes.

El caballo, que se repite en las cuatro representaciones, tiene un rico contenido simbólico que expresa las fuerzas de la naturaleza en sus diferentes versiones.

 

El caballo es símbolo de abundancia, de fuerza dinámica y generosa cuya imagen era considerada como una divinidad de las aguas, pues en la antigüedad se creía que el caballo tenía el don de hacer brotar el agua con el golpe de sus cascos, tal como se puede apreciar en la representación de esta fuente.   El caballo Pegaso, golpeando con sus cascos hace manar la fuente Hippocrene  (Fuente del Caballo) cerca del bosque sagrado de las musas, donde se reúnen para cantar, bailar e inspirar a los artistas.  El sonido de las fuentes se agua favorecen la inspiración de los artistas.

 

Los caballos tienen la cabeza revirada hacia la izquierda y la pierna derecha con la rodilla un poco doblada. Los cuatro caballos dan la impresión de movimiento en dirección de giro y en su conjunto forman una figura dinámica como el de las antiguas cruces célticas que indican un movimiento de rotación alrededor de un centro, en este caso el centro de la ciudad de Alicante.  

 

Este movimiento simbólico representa la generación de corrientes de energía naturales y cíclicas.  El movimiento de giro de los cuatro caballos y la cruz céltica que forman, es completamente opuesto al movimiento de giro de la cruz svástica.

El movimiento que inspira la cruz que forman los caballos, es de giro centrífugo, exteriorizador, expansivo, es el mismo giro que podemos observar en el cielo, contrario a las agujas del reloj, mientras que la svástica contiene un giro centrípeto, cerrado, opuesto a lo natural.

A los pies del caballo, sujetándose de ambas patas delanteras, como surgiendo del agua aparece la figura de un elfo que simboliza cada una de las fuerzas de la naturaleza y también de los fenómenos atmosféricos.

 

Los elfos se representan como seres que nacían cerca de los nacimientos de agua, eran de menguada talla, hermosos y bien formados. Su inteligencia y su habilidad era verdaderamente prodigiosa  y divina. Se  les consideraba poseedores de grandes tesoros. Temían la luz solar y se ocultan de la vista humana (quizás por esto se encuentran un poco ocultos, debajo del caballo, a la sombra) Cuentan que si por casualidad, durante las noches de Luna llena, se para una persona delante de ellos y los mira bien, les despierta el amor y pueden sentirse seducidos hasta hacerles sufrir abrasándoles de amor.

Sobre la cabeza del elfo se sostiene una esfera bellamente decorada que tiene una estrella de seis puntas en el lugar más visible. Esta estrella, así como la esfera, es una representación de las Manzanas de Oro que a su vez representa  a de cada uno de los cuatro luceros o cuatro estrellas errantes que se mueven con los caballos. 

 

Un lucero es una estrella que camina, que se mueve en el cielo con un movimiento cíclico como el que aquí está representado por el efecto dinámico de los caballos.  Un lucero es un planeta, cada uno de los cuatro planetas que pueden ser vistos a simple vista.  

 

En el centro del pecho del caballo hay un ave exótica que simboliza la libertad de la imaginación creadora.  Por encima y a la derecha aparece un extraño símbolo al lado de una estrella de cuatro puntas.

 

Detrás de la cabeza del elfo y de la esfera que representa al lucero, surgen los frutos del Jardín de la Hespérides; hay granadas, uvas, melocotones, manzanas, naranjas e higos representando la fecundidad de la naturaleza, mostrando una relación entre el cielo y la tierra.

 

Sobre la grupa del caballo asoma la figura de un niño abrazando las frutas con su brazo izquierdo y sujetándose el tronco del árbol que nace del lomo del caballo y  que representa al ser humano en la cúspide de la naturaleza.

La cúspide del monumento es una representación del árbol de la Hésperides . El árbol del Jardín y sus frutos tienen la misma idea en el árbol sagrado de muchas otras mitologías.

 

Pero Bañuls, el creador de esta obra única, o el creador de una única creación, ya que sólo construyó esta fuente, no se olvida del mito del héroe que tomó los frutos dorados del jardín de las Hespérides venciendo al dragón. Pues los leones que aparecen en cada una de las caras representan a Hércules. De los doce trabajos de Hércules, Bañuls se inspira, en uno de ellos en los que Hércules tiene que obedecer la orden de buscar las Manzanas de Oro del Jardín de las Hespérides.  El León es el animal que domina el héroe en la primera de sus leyendas y queda como símbolo del héroe solar. Quizás este oculto o secretao símbolo de Hércules haya influido en los seguidores del equipo alicantino del mismo nombre, vayan a celebrar sus victorias en este lugar.

 

Tito Maciá