AUGE Y DECLIVE
DE
LAS PARTES ARÁBIGAS
Adela
Ferrer
Al estudiar la astrología medieval,
una de las técnicas de cálculo y predicción
que me resultó más interesante fue la de las Partes
arábigas, puntos del horóscopo que se calculan
contando a partir del Ascendente el mismo número de grados
que separan a dos planetas dados y que reciben nombres tan sugerentes
como la “Parte del Amor y la Amistad”, tan filosóficos
como “la Parte de los Altos Pensamientos y de la Profunda
Razón”, tan salvajes como la “Parte de la Matanza”,
o tan crudos como “La Pars Futuitionis” (de la copulación).
Prefiero nombrarlas en femenino porque
con éste género las denominaban ya en la Corte de
Alfonso X, ya en las traducciones latinas posteriores y, sobre todo,
porque aluden tanto a una parte, (en el sentido de situación
determinada en el horóscopo), como a una porción (en
el sentido de reparto), de forma que a cada una de las Partes le
correspondería una porción, un grado del zodíaco,
así como un lugar, una Casa desde donde la virtud propia
de la Parte en cuestión se expresa con mayor o menor facilidad
según el signo le sea más o menos conveniente, la
Casa sea o no favorable, o la propia Parte y su regente estén
aspectados por maléficos o benéficos. |

Astrología medieval |
No pretendo
haber encontrado en ellas la piedra filosofal de la interpretación
astrológica; sin embargo, puesto que su ubicación
depende del grado del Ascendente, resultan sumamente útiles
para la rectificación de éste último, ya que
el tránsito de las infortunas sobre ellas, suele coincidir
con algún suceso destacado. Asimismo, son puntos sensibles
en las progresiones. En las revoluciones solares representan una
herramienta más que puede ayudar a afinar más y mejor
la predicción. En las técnicas de interpretación
de la Astrología Horaria, la Parte que se relaciona con la
Casa que rige el asunto por el que se pregunta, es verdaderamente
esclarecedora. Y, por último, en los nacimientos de gemelos,
esta es una de las técnicas que podrían dar respuesta
al diferente destino de estos hermanos. |

Némesis |
La elección
de los dos planetas implicados en cada Parte depende de las significaciones
esenciales de cada uno de ellos, cosa que se trasluce al nombre
propio de la Parte en cuestión que hace referencia al asunto
sugerido por la suma o combinación de dichas significaciones
intrínsecas; por ejemplo, la Parte de los Hijos en cuya fórmula
intervienen Júpiter, como significador natural de la abundancia
y la fertilidad y Saturno, como significador de la madurez, la responsabilidad
y las cargas; hace alusión a que la llegada de de un hijo
se relaciona simbólicamente con el momento o porción
de la vida en el que la expansión jupiteriana se une a la
madurez saturnina, contada esta porción de la vida a partir
del instante del nacimiento de (Ascendente u horóscopo),
es decir el momento de la vida en el que estas dos energías
planetarias convergen y te hacen padre. Tomando la adecuada distancia
histórica podemos entender que los dos planetas significadores
de esta Parte sean planetas masculinos, ya que en la antigüedad
y en la Edad Media, lo importante y deseable era el nacimiento de
hijos varones, porque tener una hija significaba, entre otras cosas,
tener que procurarle una dote y, tarde o temprano, que la hija pasase
a formar parte de otra familia: la del esposo, con lo cual las hembras
no representaban riqueza para la familia. |

Abundancia |
El orden para empezar
la cuenta por uno u otro planeta tendría que ver, por tanto,
con las significaciones planetarias de las que hemos hablado y,
dependiendo de que la Parte se refiera a acontecimientos afortunados
–como la ya citada de los Hijos- se hace llegar el planeta
más afortunado –Júpiter- hasta el menos afortunado
–Saturno-, es decir que un acontecimiento feliz, como tener
un hijo viene “traído desde Júpiter”.
Caso opuesto sería el de una Parte definitivamente desgraciada,
como la Parte de la Enfermedad, cuya fórmula consiste en
calcular la distancia de Saturno hasta Marte y añadirla al
Ascendente; en este caso la infortuna mayor -Saturno- viene a reunirse
con la infortuna menor -Marte-. |

Azemena |
Es posible que la causa
por la que muchas de las Partes arábigas se calculan al revés
dependiendo de que se trate de nacimientos diurnos o nocturnos,
o sea partiendo de un planeta A hasta llegar a otro B cuando estamos
ante una carta diurna y partiendo del planeta B hacia el A si la
carta es nocturna, se deba a una estructuración jerárquica
del poder de los planetas muy ancestral, surgida de la idea de que
el Sol es el rey durante el día y la Luna es la reina durante
la noche, de forma que, dependiendo de la cualidad diurna o nocturna,
femenina o masculina, de calor o de frío y de sequedad y
humedad de los planetas implicados, el que tuviera más afinidades
con la “luminaria jefe” debería ser protocolariamente,
quien empezase la cuenta. De esta forma, aquel de los dos planetas
que se considera “más poderoso” y por tanto merecedor
del honor de ser el que comience la cuenta en cartas diurnas, será
el “menos poderoso” por la noche y por eso se le haría
pasar al segundo puesto.
Las Partes arábigas que, como su propio nombre indica, nos
remiten a la astrología que nos transmitieron los árabes
no son, en realidad, arábigas. Al menos no son una creación
árabe. Lo que sí debemos a los árabes es la
gran utilización, invención de muchas y la difusión
que de ellas hicieron, mérito éste por el que llevan
su nombre. |

Arábigas |

Mundo helenístico
La utilización de las Partes
es una de las técnicas más arcaicas de la astrología
y las pruebas historiográficas de que disponemos nos remiten
al periodo helenístico. |
Eduardo Gramaglia, concluye
que la fórmula que se utiliza para calcularlas (dados dos
planetas A y B en una carta, colocar al planeta A como Ascendente,
y proyectar la posición en la que quedaría el planeta
B) es una invención griega que viene a integrar el concepto
de aspecto –distancia angular entre dos planetas- con el de
domificación a partir del Ascendente, horóscopo o
instante del nacimiento.
La astrología helenística (el período helenístico
abarca desde la muerte de Alejandro 320 a.C. hasta la muerte de
Cleopatra 30 a.C.) utilizaba más de 140 de estas Partes,
aunque probablemente para los griegos, el lugar en el que recaía
la Parte no era el grado específico en que terminaba la cuenta,
como considerarán los árabes, sino que todo el signo
y toda la Casa –que para ellos así se medía-
era el lugar al que se atribuía la Parte [de la Fortuna,
de los Hijos, etc.]. |

Muerte de Cleopatra |
Fueron
muy utilizadas en la astrología medieval para todo tipo de
cuestiones, desde las preguntas de la Astrología Horaria
y de la Natalicia hasta las de la Médica, la Meteorológica,
la Eleccional o la Mundial. Albumazar decía que los antiguos
babilonios utilizaban 97 Partes. Ben Ragel, en el Libro Conplido
de los Iudizios de la estrellas, define y explica 45 Partes. Al-
Biruni nombra en su tratado más de un centenar de Partes
y decía que cada día aumentaba su número
y que se podían contar varios centenares más.
Ben Ezra, en el Libro de los Juicios de las Estrellas, enumera 115
Partes, algunas de las cuales son muy chocantes para los urbanitas,
como por ejemplo, la “Parte del Precio de los Melones”,
que se calcula en la revolución del año para saber
si conviene más ése u otro cultivo; aunque aún
hoy día, esa información sería muy valiosa
para los huertanos. |

Al Biruni |
Ben Ezra,
autor judío, a propósito de predicciones meteorológicas,
escribe: Enoch dice esto acerca de la “Parte de la Lluvia”:
los días que quieras saber acerca de la lluvia, cuenta desde
el Sol a Saturno, restándolo del grado donde se halla la
Luna a la salida del Sol. Está probado que si esta Parte
aparece en uno de los domicilios de Saturno, hará frío;
si en los domicilios de Venus, lloverá o nevará; en
los de Mercurio, habrá viento fuerte, y en los de Júpiter,
viento. En los de Marte, lluvia o viento; en el de la Luna, nubes
o lluvia; en el del Sol, aire claro. |

Babilonia en -700 |
¿Quién este Enoch del que habla
Ben Ezra? Pues parece que es el mismo personaje a quien otros llaman Hermes,
ya que en otra parte del texto Ben Ezra explica la Trutina de Hermes como
método para ajustar el Ascendente y la llama el “Miundar
de Enoch”, aclarando que miundar es una palabra persa que significa
balanza o elección correcta. Es decir que se refiere al mítico
Enoch, según la Biblia es el padre de Matusalén y bisabuelo
de Noé –lo que le remontaría seguramente a una época
anterior a la de la invención de la escritura (3.000 a. C.). Demetrio
Santos data la “aparición” de este Enoch en la tradición
hebrea alrededor del año 700 a.C., con el cautiverio de los judíos
en Babilonia, aunque el personaje sea anterior sin duda puesto que
nos habla de “las tablillas del cielo” (probablemente sumerias)
y así identificaríamos a Enoch con algún sabio caldeo
o sumerio que habría vivido en una latitud geográfica de
45 a 49 grados Norte y podría haber sido incorporado por alguna
de las tribus israelitas exiliadas por Salmanasar a Media.
La tradición
islámica, también reconoce a este mismo Enoch:
Idris fue uno de los primeros profetas mandado a las primeras generaciones
de la descendencia de Adam. Desafortunadamente no se sabe mucho
de el. Ha sido revelado que él fue el primero a quien se
le reveló la ciencia de los números, y que le fue
dada mucha sabiduría. También se dice que Idris fue
el hombre a quien conocen los Judíos y Cristianos como Enoch.
Pero ALLAH es el más sabio. |

Tablilla Marduk |
Volviendo
a la primera cita de Ben Ezra, a mi entender, no es del todo imposible
que esta forma de cálculo para la Parte de la Lluvia sea
de origen babilónico. De hecho, como explica José
Luis Pascual, se conocen los diarios astronómicos del templo
de Marduk, registros que, en tablillas de arcilla abarcan 800 años
sin interrupción (entre el siglo VIII a.C. y el aó
39 a.C), día tras día y noche tras noche de observaciones
celestes, en las que se anotaba escrupulosamente el estado del clima,
si había o no nubes, humedad, fuerza del viento y su dirección,
así como las posiciones planetarias diarias con las horas
de salida y ocaso. Y se sabe que de este tipo de registros y consecuentes
predicciones es de donde surge la astrología.
De un texto de 2016 a.C. (la época
del código de Hammurabi), Demetrio Santos deduce que ya conocían
los aspectos, los orbes y la cualidad buena o mala de los mismos. |

HAMMURABI |
Es muy
posible que el sistema de calcular las Partes pasara de Mesopotamia
a la India, de donde sería luego importados por los griegos
y que de de éstos pasara a los árabes, quienes la
traerían a España.
Aunque la llegada de textos de procedencia iraquí a España
no se produjo únicamente a manos de los árabes y los
fugitivos del califato de Bagdad, sino también por medio
de los hebreos que allí vivían. Una de las historias
que lo explica es como un cuento de las Mil y Una Noches, con viaje
por mar, cautiverio y posterior redención incluidos; así
nos lo cuenta Nissim Rejwan:
Durante el reinado del califa omeya Abderramán III en
Córdoba (912-961), el almirante del califa capturó
un barco que provenía de Oriente. En el barco, que fue desviado
hacia España, viajaba entre otros una familia babilónica
compuesta de tres miembros: Moshé ibn Enoch, su esposa y
su hijo. La madre se tiró al mar por temor a verse deshonrada,
y el joven y su padre fueron tomados cautivos y llevados a Córdoba,
donde la influyente comunidad judía local los rescató.
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Corte de Abderramán |
Moshé ibn Enoch era uno
de los maestros más eruditos de la famosa Academia de Sura
en Babilonia, a quien los judíos locales habían enviado
para recaudar fondos a los centros judíos de España
y el norte de África. Llegó a España en un
momento propicio: los califas occidentales estaban deseosos de ver
a sus súbditos judíos independizados de la hegemonía
del estudio judío en Oriente y de que dejaran de enviar fondos
a las tierras de sus enemigos jurados, los califas orientales. Por
eso, con la ayuda de Jasdai ibn Shaprut, el consejero judío
del califa cuya confianza se había ganado, Moshé ibn
Enoch fue puesto al frente de la escuela talmúdica de Córdoba.
Gracias a este nombramiento y con la asistencia de Dunash ben Labrat,
otro erudito babilónico, la literatura hebrea y la filosofía
judía entraron en una nueva era que duraría casi cinco
siglos. En este período, filósofos, intelectuales
y gramáticos judeoespañoles, produjeron una obra tan
rica que ha llegado a ser conocido como la "Edad de Oro"
de la literatura hebrea. No es casualidad, pues, que todos los títulos
incluidos en "El tesoro del pensamiento judío"
dataran de esa época. |

Talmud |
En el siglo XVI, las
Partes habían ya caído en desuso y descrédito
y se consideraban “vanas y supersticiosas”, a excepción,
naturalmente, de la “Parte de Fortuna” puesto que su
importancia era equivalente a la del propio Ascendente y a la de
las dos luminarias, y seguía siendo de capital importancia
en la Astrología Médica para determinar el hyleg (como
regente de la vitalidad del nativo). |

Parte de la Fortuna |
Los motivos que condujeron al abandono
y desprestigio de las Partes son muchos: por un lado, la infinidad
de Partes que se usaban e inventaban; a esto hay que añadir
las discrepancias entre unos y otros autores acerca de la fórmula
para calcular la misma Parte; asimismo a la gran difusión
de los textos de Ptolomeo quien, en su intento de reorganizar científicamente
el edificio astrológico, eliminó aquello que consideraba
poco probado. |

Ptolomeo |
Y, por
último, a la censura que la Iglesia católica impone
a la astrología judiciaria; en un primer momento incluyendo
los libros astrológicos en la Índice de Libros prohibidos
donde ya se condena la astrología judiciaria de nacimientos,
interrogaciones y elecciones, por ocuparse en lo por venir que está
en la libertad del hombre y de las cosas fortuitas que han de acontecer,
pero no la astrología natalicia de las inclinaciones y carácter
humano. La bula de Sixto V, publicada en 1586 fue mucho más
rígida, pues expresamente solo permite las aplicaciones de
la astrología a la navegación, agricultura y medicina,
condenando todas las demás. |

Sixto V |
Juan de Figueroa, escribe en 1655: Son
Significadores en la dirección cinco lugares hylegiales: Ascendente
Medio Cielo, Sol, Luna y Parte de la Fortuna, y unos pueden ser Significadores
de otros (entre sí). Los Promisores son: los Planetas, sus Aspectos,
Antiscios, Términos, Estrellas fijas, Casas celestes, Cabeza y
Cola del Dragón, y cualquier punto de la Eclíptica, excepto
las Partes que dirigen los árabes, que se tienen por vanas y supersticiosas;
sólo es [válida], por ser rayo de luz, la Parte de la Fortuna,
ya que resulta de los dos luminares, como lo siente Ptolomeo, y Junctino
con el común de los Astrónomos.”
LAS
PARTES ARÁBIGAS EN LA ASTROLOGÍA CLÁSICA
Adela Ferrer 2007
adelaferrer@vodafone.es
http://www.adelaferrer.es
Bibliografía
Eduardo Gramaglia, Astrología Hermética, recobrando el
sistema helenístico, Ed. Kier 2006, cap. 8.
Ali Ben Ragel, Libro conplido en los iudizios de las estrellas, versión
E.T.S., Ed. Indigo 1997.
Abraham Ben Ezra, Libro de los juicios de las estrellas, versión
E.T.S., Ed. Biblioteca de Sirventa, 2001.
Demetrio Santos, Introducción a la Historia de la Astrología,
Ed. Teorema, 1986.
Juan de Figueroa, Tratado de Astrología en Medicina, editado
en Lima 1660.
Nissim Rejwan, Judíos y árabes en el legado cultural.
Revista de Artes y Letras de Israel; núm. 105, 1998.
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