Aunque no nos demos cuenta en el día a día, vivimos subidos al enorme tiovivo que es el planeta Tierra. Esas vueltas que da nuestro planeta, como las de otros planetas del Sistema Solar, son los relojes cósmicos de las muchas vueltas que da nuestra vida. Considerar ésta, en su inmensa pequeñez, independiente de tales gigantes resultaría ingenuo o incluso ególatra.