La escala humana de la realidad ocupa una posición intermedia
entre el cosmos y los átomos, verdaderos sistemas planetarios en miniatura.
El ser humano, y todas las cosas a su escala, son un microcosmos, un reflejo
de un macrocosmos de orden superior. Todo es la suma de sus partes, y
cada parte, un reflejo del todo [Claudio Ptolomeo].